“Una disputa muy extensa significa que ambas partes están erradas”. Voltaire
Esta semana se anunciaron los ganadores al Premio Sveriges Riksbank en Ciencias Económicas, en memoria de Alfred Nobel, mejor conocido como Premio Nobel de Economía, aunque este premio no fue fundado por Nobel y se creó 70 años después de su muerte.
Los premios son frecuente motivo de polémica en los temas científicos porque han cambiado su visión original de premiar las contribuciones científicas del año previo para ser reconocimientos a una trayectoria, ya que en muchos campos del conocimiento una teoría es aceptada en ocasiones hasta muchos años después de que ésta es planteada: Peter Higgs recibirá el Nobel de Física por una idea que concibió -junto con otros físicos- hace casi 50 años.
En la ciencia económica, a este tema se agrega el hecho de que las teorías en la mayoría de los casos nunca pasan a ser completamente indiscutibles.
Y, en esta ocasión, dos de los premiados han sido en el pasado proponentes de teorías esencialmente opuestas.
Los otorgantes del premio reconocieron sus esfuerzos por pronosticar el comportamiento de los precios de activos financieros, aunque desde perspectivas opuestas.
Eugene Fama es uno de los principales creadores en la década de los 60 del concepto de mercados eficientes, en la que los precios de un activo financiero reflejan de forma total e instantánea y eficiente toda la información relevante para su valor.
Esta visión no sólo fue teórica, sino que en ella se basó la visión de que la regulación del sistema financiero es automática a través de la eficiencia del mercado, la que prevaleció en la policía económica de Estados Unidos e Inglaterra en la década de los 80.
Las crisis financieras posteriores (1987 y, particularmente, el 2008) hicieron evidente la debilidad de esta visión. Es por ello que algunos consideran que este premio es como un Oscar honorario, más que una validación actual de la teoría.
Lars Peter Hansen, otro de los premiados, ha construido modelos econométricos que buscan también pronosticar el precio de activos (como las acciones en la Bolsa) y es cercano a los conceptos de Fama.
En el extremo opuesto, Robert J. Shiller, otro de los premiados, estableció a principios de los 80 una hipótesis contraria, demostrando que la actuación de los inversionistas responde a patrones no racionales pero eventualmente pronosticables.
Es uno de los fundadores de las finanzas conductuales o del comportamiento, al explicar estos patrones irracionales a partir de conceptos como burbujas especulativas, pronosticando varios años antes la crisis financiera del 2008.
En su libro Exuberancia irracional, Shiller explica esta conducta a partir de la confluencia de factores culturales, psicológicos y estructurales que promueven la irracionalidad de los inversionistas incluso para su propio perjuicio.
Esta disputa teórica se ha mantenido gracias en parte a los frecuentes intentos de Fama por restar validez a los planteamientos de Shiller.
Para las personas comunes, estas teorías son importantes porque explican lo que cotidianamente sabemos: existe un componente técnico medible y racional en los procesos de inversión que debemos conocer en un cierto grado para planear nuestras finanzas y la construcción de nuestro patrimonio; pero ello, siempre estará sujeto a la conducta de quienes invertimos e incluso de los expertos en el tema financiero.
Ante todo y sobre todo, nuestra conducta (incluyendo la financiera) estará siempre influida por aspectos de nuestra percepción y comportamiento que tienen (en palabras de otros economistas conductuales) una “racionalidad acotada” cuando no es “previsiblemente irracional”
Reconocer esta limitación y entenderla nos permite enfrentar mejor los retos financieros y, sobre todo, las cambiantes y complejas condiciones del entorno financiero actual.
Por: Raúl Martínez Solares
http://m.eleconomista.mx/finanzas-personales/2013/10/15/premio-nobel-economia-2013